Caminaré hasta el fin del mundo, por toda la orilla del mar.
Veré como la marea crece y decrece a merced de la hermosa y brillante luna.
Encontraré algún extraño que se me unaen silencio.Y simplemente lo miraré, pero no escuchará mi voz.
No hace falta, la luna inunda mis pupilas y hace que mis ojos se vean más claramente que nunca.
La luna hace que adquieran un brillo singular.
Y para qué interrumpir el canto del mar con palabras inútiles, porque después de todo, ¿qué podrías preguntar? No hace falta saber mi nombre ni el tuyo.
No hace falta saber nada más porque todo será una sorpresa para ambos.
Sólo importa creer que seguiremos por un tiempo cada uno su camino en una misma dirección. Tú no vas conmigo ni yo voy contigo. Pero nos encontramos.
Iremos sin tiempo, ni de día ni de noche.
Caminaremos sintiendo la cálida arena bajo nuestros pies, y de vez en cuando, una ola empapará nuestros pies con el agua salada.
Y nada importará porque no tenemos reloj ni calendario ni ganas de saberlo.
Y la brújula la tiramos cuando no nos quiso mostrar otro camino que no fuera el norte.
Y nosotros no tenemos camino a seguir, no poseemos mapas ni guías, y hace un buen rato perdimos el resto de cordura que guardábamos… Pesaba mucho en el equipaje.
Pero no llevamos maletas ni morrales ni linterna ni carpa.
Ni fósforos ni velas, ah, pero la luna alumbra a medias el mundo…
Aquí no hay sol, el mundo ha dejado de girar.
Y no lo culpo, el mundo ha de estar mareado de dar vueltas y vueltas y de escucharnos quejar a seis mil millones de personas… pobrecito. Y no creo que mi Mareol™ alcance.
Llevamos toda una vida comiendo, no hace falta ahora, comeremos después.
Pero qué hambre! Quiero café, café, café. Y alguna cosita para picar mientras esperamos el almuerzo. Pero como no hay horario, puede ser ya, ahora, en 3 horas o pudo ser hace 8 horas y ya no sería almuerzo sino cena…. O desayuno.
Seguiremos sin dormir por días, aquí nunca amanece.
Beberemos hasta el alcohol del botiquín que trajimos por si acaso nuestros sueños no alcanzan a curar las heridas físicas.
Llevamos una guitarra para hacernos compañía, cantando hasta quedar afónicos.
Llevamos colombinas de colores porque uno nunca sabe cuándo necesite azúcar… y los colorcitos son lindos.
Aparte de la bolsa de azúcar, porque uno vive de la glucosa, llevamos espinacas en lata porque mi mamá nunca me dio azúcar hasta terminar mis verduras… y Popeye es fuerte y nosotros queremos ser fuertes, muy fuertes.
Menos mal que es luna y no sol permanente… aunque según Sabines “…no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas”¿no se ha dado él cuenta que aquí no hay ni control ni tiempo ni nada? La luna ahora es permanente, señor Sabines.
Ya casi llegamos al fin del mundo, lo presiento, lo siento, lo creo, lo afirmo.
Descalza iré corriendo hasta el muelle y me asomaré a ver lo que sigue después del fin del mundo.
Y , sinceramente, espero sólo encontrarme con mi reflejo.
Arriesgaba demasiado: Un paso en falso, un resbalón, un solo tropiezo haría que todo –incluido ella-volviera a ese oscuro hueco al que sus sentimientos habían estado confinados tanto tiempo.
Tenía miedo, tenía tanto temor de caer de nuevo…
Ella sabía que todo era muy efímero y se cuidó demasiado de no caer de nuevo.
Los viejos muros ser erguían de nuevo.
Inexplicablemente, cayeron…
Algo inexplicable le dijo que lo hiciera, y él le aseguró que no tenía nada que temer.
Él la cuidaría.
Y ella confió en él.
Ella decidió dejar sus miedos a un lado e intentarlo.
Intentarlo como si nunca antes le hubieran roto el corazón.