Cosas Que Deberían De Saberse

Hago Lo Que Hago Para Satisfacer Mis Necesidades Creativas
La Vida Es Una Bobada, ¿Y A Quién No Le Gustan Las Bobadas?

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Duele la luna


Es la segunda luna en la que te veo. 
Está apenas en cuarto creciente, pero duele en el alma como si estuviera llena.
Duele, duele porque te recuerdo entre sus lunares, entre las nubes que a ratos la ocultan, entre el resplandor que aclara la noche.
Te veo como el reflejo y su sombra a la vez.
Duele verla porque te veo indudablemente.
Duele no verla porque te extraño en la oscuridad de la noche.
Con ella o si ella, te extraño, pero al menos su resplandor me hace sentir menos sola, menos a la deriva. Menos cerca de morir

viernes, 4 de noviembre de 2011

Cuando el corazón pesa


Hacía cosa de dos meses más o menos que había abandonado mi lado sensible y, por ende, las letras con las que arrancaba la frustración y la tristeza.
Había dejado de exorcizar los muchos demonios que me consumen diariamente, para lentamente dejarme consumir.
Moría lentamente a cada rato, en cada instante que posponía mi curación. Sí, escribir me cura de la locura, la depresión, el mal de amores y la soledad misma de sentirse acorralado por tus miedos y tristezas.
La soledad se volvía tortura.
El corazón, pesado como una losa de hierro, me asfixiaba en las noches y me impedía el sueño.
Ahora, afronto todo lo que meses atrás rehuí.
Ahora, cada palabra fluye arrastrando todo a su paso.
El proceso ha comenzado… Y no pararé de escribir hasta que vuelva a adquirir el título de “persona mentalmente equilibrada”.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Abandonando la música


Dándose por abandonada ella misma, cuando la realidad es que ella la abandonó [a la música] primero, o, tal vez, no hubo reciprocidad, puesto que la música no abandona, pero se deja abandonar. Algo así.
Y así se entiende. O desentiende. O se hace la desentendía [ella, no la música] porque sabe que mientras no viva de ella, el tiempo que le invierta no será tiempo de “trabajo” sino un vil robo de tiempo y energía que bien podría (y debería) estar invirtiendo en otras cosas como, por qué no, el trabajo. O sea, por lo que le pagan.
Pero vendría siendo lo mismo que con las palabras, porque ellas, al igual que las notas musicales, son pequeños robos de tiempo; o al menos en mi caso, que no me pagan por escribir, y que podría estar usando este tiempo para algo que me genere ingresos, no sé.
Pero nunca lo he sabido, porque tampoco sé si hago bien o mal en robarme a mí misma ese tiempo. No sé si vale la pena, porque tal vez se quede solo e irónicamente, en palabras –literalmente hablando-.
Yo le digo y le seguiré diciendo que no deje de robarse ese tiempo. Que si uno no sabe qué vale la pena y qué no, por lo menos le apueste a lo que le gusta. Si se equivoca, la pena será menor. Pero si escoge mal y termina mal, no le quedará más que desazón.
Pero, y repito y hago énfasis en esto: Yo no sé nada. Yo solo opino.
Tal vez no me haga caso, me diga que soy poco realista, que las palabras que escriba, diga y regale morirán eventualmente, cayendo en oídos sordos. Seguro que sí, pero de todas las justificaciones que podría escoger, le diré la más sencilla: Lo hago para cuidar la salud.
Entonces yo le digo que si no lo hace por gusto, que lo haga por salud, porque sin duda enloquecerá más rápido.
Porque no digo que no enloquecerá, digo que no lo hará tan rápido.

sábado, 30 de julio de 2011

"¿Me das un veso?"

Iba tan bien que sentí esa palabra como un balde de agua fría.
Lástima, si lo hubiera hecho en vez de haberlo escrito, la cosa sería diferente.
Lo sé, lo sé: Demasiado intransigente.
Tal vez… Pero así como hay gente que no soporta a alguien con mal aliento, yo no soporto a la gente que escribe mal.
Cada quien tiene sus manías, y la mía es esa.
De vuelta a la conversación: No, no te lo doy porque escribes jodidamente mal.

viernes, 29 de julio de 2011

No dormir o no despertar

Últimamente me cuesta mucho trabajo dormir, pero mucho más despertar.
Me da miedo dormir, cerrar los ojos y hallarme en la más inquietante oscuridad.
Cuando por un instante cierro los ojos, en penumbras hallo restos de mis miedos… Imposible escapar de ellos, están tan ligados a mí  como mis deseos; y como ellos, la única salida es cumplirlos.
Tal vez cuando se cumplan, deje de temer… o tal vez muera.
Cada noche es una lucha hasta la madrugada para no ver la oscuridad, pero el cansancio suele vencerme tarde o temprano. Casi siempre de madrugada.
Sé que sueño mucho, casi todo el tiempo que duermo.
Sé que sueño porque, aunque no recuerde nada, me despierto inquieta, sabiendo que he librado una batalla inconsciente.
Y cada noche, al filo de la madrugada es igual.
Lo será hasta que mis miedos se cumplan o no tenga que despertar jamás.

miércoles, 20 de julio de 2011

Dulce toque de sus manos


Ella es esa canción, esa letra y melodía que a pesar de su suave andar, logra cautivar precisamente por su delicadeza en sus notas y palabras…
Ella es como esa canción que nunca su melodía se torna empalagosa; se reinventa en nuevas sensaciones cada vez que se escucha de nuevo, como si fuera la primera vez otra vez.
Sus manos nunca están frías, su calidez es inagotable; y el mero roce de sus manos se torna en la más placentera caricia.
Tibia y confortante como sólo el toque de unas manos femeninas puede ser.
Ella es como una mañana soleada de verano, con el sol picante sobre unos hombros descubiertos, y a su vez, también es como las gotas de agua helada que resbalan delicadamente por toda la piel refrescando a su paso del calor abrasante.
Sientes, cuando su mano se posa tiernamente sobre la tuya, que cualquier pena tiene su condolencia con el toque de sus frágiles manos.
Si desliza su mano suavemente por tu mejilla o toma tu cara entre sus manos y te mira con esa mirada dulce y benévola… Te derrites de solo evocarla.

sábado, 2 de julio de 2011

Sopa De Letras


Era uno de esos días en que no se quiere salir de la cama, levantarse y  enfrentar el mundo; no, era uno de esos días en los que la cabeza da mil vueltas en torno a un mismo tema, casi siempre espinoso, de esas cosas de las que no se quiere pensar siquiera. Y yo estaba en uno de esos días…
Me recosté en la cama, boca arriba y comencé a pensar en ese asunto de nuevo. Se me revolvió el estómago de inmediato. No era fácil ni agradable, pero no podía seguir posponiendo cada asunto que me incomodara, y relegarlo a un rincón de mi mente donde pocas veces hurgara, así fuera por mera aburrición.
Me levanté de la cama pesadamente y me dirigí a la cocina. Ya era pasado medio día y el sol se filtraba por los pequeños espacios entre las cortinas. Bueno, no tenía mucha hambre pero tenía que comer algo. Cogí un sobre de sopa instantánea y puse a hervir el agua.
La serví  en un  plato y comencé a jugar desanimada con la cuchara, sacando letras de pasta. Comenzaba a jugar a formar palabras con las letras que me salían en cada cucharada. Comiéndola lentamente y disfrutando el calor que ofrecía. Me reconfortaba. Luego llegó otra vez aquel asunto a mi mente y el hambre se esfumó de nuevo. Respiré profundo y tomé otra cucharada de sopa, me quedé mirando las letras y sonreí. Creí ver “respuestas” o algo así, digo, en realidad yo estaba viendo parte de lo que quería ver, y lo sabía. Pero no me importaba: La sopa me decía, en cierto modo, lo que yo quería oír o ver, más bien.
Tal vez sea algo inmaduro, y sí, tergiversar las cosas para terminar viendo lo que se quiere, así sea alejado de la realidad, pero nadie me estaba viendo, ni hacer eso automáticamente  significaba que lo que yo pensara iba a resultar tal cual, pero jugar con las posibilidades es algo tentador y saludable, siempre y cuando se mantenga en su lugar: La ficción. Así que no, a pesar de todo, yo mantenía los pies bien puestos sobre la tierra y como no tenía nada mejor que hacer ese día, me di el gusto de quedarme un rato haciendo nada, o jugando con la sopa, más específicamente.  Y, sinceramente, ese día lo último que quería oír era algo “sensato”.

lunes, 13 de junio de 2011

El Sol Continúa Brillando


“Quisiera decir que sí, que el día fue gris y lluvioso y que lo único tangible en la atmósfera era lo pesado del dolor de nuestra alma, pero no. No fue así…”
Sus palabras arrastraban algo de ira y frustración, pero no la culpé.
Hoy era el funeral. En un día bonito, qué ironía.
Siempre nos han ambientado los momentos trágicos con días grises, la ira con tormenta y la alegría con días soleados. ¿Qué pasaba hoy que el sol brillaba y el cielo seguía azul a pesar de la tragedia, su tragedia?
Que hoy era un día normal para el resto del mundo.