Es fácil, ya sea por el cansancio o el aburrimiento, caer en
ese estado de aletargamiento que nos deja sin pensamiento alguno. Es ese estado de ensimismamiento que
nos lleva a desconectarnos totalmente del mundo exterior y en el que los
que nos observan piensan que, de hacernos un encefalograma, éste saldría plano.
Aquel estado de abstracción llega solo,
no avisa, se cuela entre la mente como un sueño que lentamente nos va
adormeciendo hasta que finalmente soñamos con todo y con nada. Con los ojos
abiertos mirando algo que en realidad no miramos ni notamos que existe. Es una
mirada vacía y carente de emoción, donde no se mira nada y a la vez todo. Es
una mirada, como el nombre lo dice, torpe. Carente de delicadeza al observar,
prudencia al juzgar y detalle al contemplar. Es una mirada que en realidad no
lo es: es como mirar por el visor de una
cámara y jamás registrar lo visto. No queda nada que recordar porque en
realidad no se estaba observando nada.
Aquellos momentos son quizá “abusos de introspección”,
momentos en los que no se piensa nada, se hace pensar que se piensa pero en
realidad la mudez es producto del sopor y no del ahondamiento en ideas. Es ahí, cuando se intenta abordar al sujeto
adormecido, que se cae en cuenta que aquel momento reflexivo no era más que
somnolencia. Entonces todo cambia:
aquella impresión de discreta inteligencia pasa a ser remplazada por la patente
estupidez, que queda respaldada cuando el sujeto es acusado de no prestar
atención. No tiene una excusa coherente y posiblemente no sabe en qué momento
llegó a ese estado de aletargamiento tal que su conciencia se desvaneció por
completo. Aquella mirada vívida y atenta, propia de los estados de conciencia
pura y despierta, queda relegada a un espacio más bien utópico, ya que la
mayoría del tiempo transcurrirá de ese modo banal e inconsciente. Y,
obviamente, la vida pasará justo frente a sus ojos pero aquel que cayó o se
dejó caer en aquella ensoñación, no podrá verla aunque tenga sus ojos abiertos,
porque su mirada, aunque esté con los ojos abiertos, no ve nada.