Cosas Que Deberían De Saberse

Hago Lo Que Hago Para Satisfacer Mis Necesidades Creativas
La Vida Es Una Bobada, ¿Y A Quién No Le Gustan Las Bobadas?

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Hojas Gastadas


Sin duda Internet se ha inmiscuido en todo, pero nunca igualará -para mí- la delicia de contemplar un libro -físico, impreso; No un E-book-
Y sé que en estos tiempos no hay tiempo para nada, mucho menos leer.
Que las palabras se han tornado innecesarias y aburridas.
Que un "reTweet" dice más que mil palabras...
Que la practicidad de un disco duro es mejor que un pesado conjunto de hojas.

Pero nunca, y repito: NUNCA, podrá un E-book ser leído a la luz de una vela, en un lugar remoto donde no hay tomacorrientes ni baterías recargables.

Cobarde

Pensaba en todas las cosas que hasta ahora habían pasado en el corto lapso de un día y una noche entera. Intentaba asimilar todo lo que ahora había llegado de repente, sin aviso; Como quien sumergido en el agua y alcanzado por la falta de aire, logra sacar la cabeza fuera del agua y toma vertiginosamente una bocanada de aire. Descansa cuando sus pulmones se llenan otra vez. Pero yo no lograba ordenar coherentemente mis pensamientos porque aún no lograba salir del shock.

¿Cambiaba en algo todo esto ahora que tenía dicho conocimiento? Él lo supo siempre y ahora lo sabía yo de sus propios labios… Quizá él quiera que yo haga algo, que decida por ambos; Pero no puedo hacer eso. Yo… No puedo tomarme nuestras vidas en mis manos, no así.

¿Espera él alguna iniciativa de mi parte? Tal vez sólo era eso y ya: El conocimiento, el saber y nada más. Algo que se podría condenar, para bien de ambos, en las cloacas de la negación, del rechazo, del olvido… Y quedar ahí suspendido en el tiempo, en nuestras memorias.

Y, aunque jamás se hiciese nada al respecto, tener la certeza de que aunque pudo ser, no lo fue.

O no lo ha sido.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Y, Yo Ya Lo Sospechaba...

A pesar de su inmensa fortaleza, y su tremenda habilidad para disimular el dolor, había un rastro opaco en su mirada… Imposible no haberme dado cuenta de ello, su mirada siempre estuvo llena de luz hasta ahora.

Ahora, incluso sus palabras sonaban cansadas. Forzadas.

Y el reloj no jugaba a su favor, las horas pasaban arrastradas, muertas…

Sí, como lo sospeché: El amor de una mujer lo volvió mierda.

Yo no me atreví siquiera a preguntar, pero yo lo sabía. Y él lo sabía. Y ambos sabíamos que el otro sabía.

Pero ninguno quiso hablar al respecto. No había nada qué decir. Todo era una mierda.

Permanecíamos en silencio, cómodos con la cercanía muda del otro.

Alguien rompió el silencio: “El amor duele y es mal pagado. Es una mierda. Y puede que nadie llegue a ser ese “Amor Verdadero” de los cuentos de hadas”. Sentenció alguien ajeno a nuestro conocimiento, pero pareciese que nos hubiera hablado a nosotros.

Él, que había permanecido con la mirada baja hasta ahora, la levantó y con los ojos tristes clavados en mí, se limitó a decir:

“…Pues, puede ser que ella haya sido el mío, pero yo no fui el de ella”

Ahí Va Esa Chica Tan Extraña


Ella camina sin mirar a nada ni nadie, tiene un libro en sus manos.

Ese es su mundo por estos momentos, y no lo quiere cambiar.

Ninguna banalidad puede distraerla de las páginas, ¡Tanta magia hay en ellas!

Ella sigue su camino, absorta en su libro, un libro de lugares fantásticos, seres increíbles, aventuras inimaginables…

Tan inimaginables como que una hermosa chica de cabellos y ojos oscuros, y piel de blanca porcelana y agraciado andar, pueda preferir un libro a los encantos de un engreído y superficial pretendiente.

martes, 16 de noviembre de 2010

Pálpitos Drenados

Su Aorta todavía vibra por el líquido que fluye precipitadamente.

Borbotea sin cesar tiñendo todo de rojo a su paso.

El aire se inunda de un olor metálico desagradable.

Tiembla, se retuerce.

El rojo baña su cara nublando la vista en una mueca de extremo dolor.

Se estremece y gruñe.

El aire, su sangre y su vida misma se le escapan sin poder hacer nada al respecto.

Araña el aire desesperado.

Drenado casi por completo, su flujo comienza a minar.

Su Aorta seca ha dejado de vibrar.

Mis dedos sintiendo su palpitar, se percatan de que sin sangre, su latido es inexistente.

martes, 2 de noviembre de 2010

El Otoño De Nuestras Vidas

"Y, vemos como se secan las hojas de los árboles, y como incluso nuestras vidas se marchitan un poco..."

Juan Fernando soltó esas palabras sin más, acompañadas por un profundo suspiro. Yo me limité a seguir viendo las hojas muertas mecerse con el viento en una danza parsimoniosa: Después de todo, luego de morir el tiempo no importa. Pero sus palabras pesaron en mi corazón.
Yo me sentía como aquellas hojas. Tan vulnerable, tan a la deriva, tan muerta.
Mi silencio se prolongó demasiado. Él, con la vista fija en aquella hoja próxima a caer, rompió el silencio entre los dos:
" El otoño de la vida es una de esas épocas bellas cuando te das cuenta que, sin necesidad de ir calzado con botas, nos podemos enfrentar al sembrado sin temer la picadura de la serpiente. Bien puede suceder que las hojas con nuestros recuerdos de hoy y del ayer cercano, caigan y se pudran en el suelo, pero siempre serán el abono para las semillas que germinan en nuestros corazones. Además, siempre se pueden coger ramitas para hacer nidos y conservar las esperanzas."

Sonrío ante sus cálidas palabras. Él finaliza con una sonrisa bondadosa: "Puede que las hojas se desmayen pero nuestro tronco permanecerá incólume ante el viento, el frío y la tristeza."

Se levanta de la banca del parque donde nos hallábamos sentados y, ofreciéndome su mano, me dice dulcemente: "Vamos, el chocolate se está enfriando".