Es la
segunda luna en la que te veo.
Está apenas en cuarto creciente, pero duele en
el alma como si estuviera llena.
Duele,
duele porque te recuerdo entre sus lunares, entre las nubes que a ratos la
ocultan, entre el resplandor que aclara la noche.
Te veo como
el reflejo y su sombra a la vez.
Duele
verla porque te veo indudablemente.
Duele
no verla porque te extraño en la oscuridad de la noche.
Con
ella o si ella, te extraño, pero al menos su resplandor me hace sentir menos
sola, menos a la deriva. Menos cerca de morir
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